
Desde los primeros días de vida, los padres tienen un impacto directo en el desarrollo emocional, cognitivo y social de sus hijos. Uno de los aspectos más importantes de esta relación es la sintonía emocional, es decir, la capacidad de los padres para percibir, comprender y responder adecuadamente a las necesidades emocionales de sus hijos.
¿Qué es la sintonía emocional?
La sintonía emocional es la habilidad que tienen los padres para captar las señales emocionales de sus hijos, como el lenguaje corporal, los gestos, el tono de voz y las expresiones faciales, y responder a ellas de manera apropiada. Esto implica comprender profundamente las emociones del niño y validarlas. Cuando existe una buena sintonía, el niño siente que sus emociones son reconocidas y aceptadas, lo que le brinda seguridad y confianza para explorar el mundo que lo rodea.
Podemos imaginar que la sintonía es como una radio a través de la cual buscamos una frecuencia que se escuche bien. De la misma forma, vamos analizando qué es lo que está sintiendo en cada momento el niño y según lo que creemos que le pasa, le damos una cosa u otra, hasta dar con su necesidad concreta y satisfacerla.
¿Qué aporta la sintonía al desarrollo infantil?
- Seguridad: Los niños dependen de la cercanía emocional de sus padres para sentir que el mundo es un lugar seguro. Si un niño percibe que sus padres entienden y responden a sus emociones, se siente respaldado y confiado. Esto crea una base sólida para su desarrollo emocional.
- Regulación emocional: Cuando un padre responde adecuadamente a las señales emocionales de su hijo, el niño comienza a entender cómo gestionar sus propios sentimientos. Esta habilidad es crucial para la resiliencia y la estabilidad emocional a medida que el niño crece.
- Fomenta la empatía: Los niños que experimentan una buena sintonía emocional en su relación con los padres son más propensos a desarrollar empatía hacia los demás. La capacidad de comprender y respetar las emociones ajenas es esencial para la interacción social y la construcción de relaciones saludables.
- Un vínculo seguro: Construir un vínculo seguro en la infancia es la base para formar relaciones afectivas saludables a lo largo de la vida. Esto permite en el futuro confiar en los demás, pedir ayuda cuando lo necesiten y establecer relaciones interpersonales profundas.
¿Qué relación hay entre la falta de sintonía y el trauma?
Los niños que experimentan un trauma durante la infancia, es decir, que han sufrido algún tipo de abuso o negligencia de forma prolongada, a menudo sienten que sus necesidades emocionales no son atendidas de manera adecuada o que están constantemente expuestos a situaciones impredecibles o abrumadoras con sus cuidadores. De esta forma, la sintonía se ve afectada por el trauma de la siguiente forma:
- Impacto de la falta de sintonía: Cuando un niño experimenta la falta de sintonía con sus cuidadores o figuras significativas puede experimentar un sentimiento de desconexión o abandono emocional. Esta falta de atención y validación de sus necesidades emocionales puede generar un trauma complejo. En este contexto, el niño podría no aprender a regular sus emociones de manera saludable ni desarrollar una sensación de seguridad y confianza en los demás.
- Desarrollo emocional afectado: La falta de sintonía durante los primeros años de vida puede llevar a dificultades en el desarrollo emocional y relacional, que son características comunes en el trauma complejo. Los niños que no reciben respuestas empáticas o adecuadas a sus necesidades emocionales pueden desarrollar problemas de apego, desconfianza, ansiedad y dificultades para regular sus emociones a medida que crecen.
- Reparación a través de la sintonía: Para alguien que ha experimentado trauma complejo, la sintonía en relaciones posteriores, como las terapéuticas o en relaciones de apoyo, puede ser crucial para la sanación. La terapia que se basa en la conexión y la sintonía emocional puede ayudar a la persona a aprender a confiar nuevamente, expresar sus emociones y sanar el daño causado por experiencias traumáticas pasadas.
¿Cómo fomentar o reparar la sintonía emocional?
Aunque la sintonía emocional es algo que se desarrolla con el tiempo, es posible mejorarla y fortalecerla a través de ciertas prácticas cotidianas. Aquí te dejamos algunas estrategias para lograrlo:
- Tiempo de calidad: Crea, al menos, un momento especial cada día entre tu hijo y tú, sin distracciones. A veces, con 10 minutos basta. Esto fortalecerá vuestro vínculo emocional.
- Empatía y validación emocional: cuando tu hijo se sienta triste o enfadado, en lugar de corregir sus sentimientos, conecta con ellos a través de la empatía, por ejemplo: “entiendo que te haya molestado que tu hermano haya roto tu juguete, yo también me sentiría así”.
- Escucha activa: escuchar con plena atención lo que tu hijo está diciendo, no sólo a lo que dicen sino también a los gestos y al lenguaje corporal.
- Modelado emocional: Nosotros como adultos somos el mejor ejemplo para los niños. Si nosotros aprendemos a manejar saludablemente todas las emociones, ellos aprenderán a hacer lo mismo.
- Autocuidado: Unos papás emocionalmente saludables son más capaces de sintonizar con sus hijos. Date tiempo para ti y cuida de tus propias emociones.
Aplicar estas estrategias al principio puede resultar extraño e incluso artificial, pero es a través del tiempo y la práctica que vamos observando resultados y mejorando la calidad de nuestras interacciones con los más pequeños.
Clara Serruya
Psicóloga
“¡No llores, que tú eres muy valiente!”, “¡Deja de gritar!”,
“No es para tanto…”, “Va a venir el coco”, “¡Es un rasguñito de nada… deja de
quejarte!” …
Seguro que os suenan alguna de estas expresiones tan típicas
a la hora de dirigirnos y calmar a los más pequeños, pero ¿cómo algo tan aparentemente
inofensivo puede dañar a los niños? Con estas frases negamos e invalidamos el miedo, el enfado, la tristeza y otras
emociones, y no les enseñamos como gestionarlo correctamente, sino a través del
chantaje, el miedo o la contradicción.
Por nuestra cultura, tendemos a esconder nuestras emociones
(sobre todo las desagradables) y a educar a los peques para que también lo
hagan, pero para poder gestionarlas de manera correcta necesitamos que desde
pequeños nos enseñen herramientas y recursos para autorregularnos.
Así que ¡no nos asustemos!, podemos trabajar para intentar
ayudarles de manera mucho más eficaz, amable y conectando con ellos.
Algunos de los
recursos para poder hacer esto con los niños son los siguientes:
- Validar
la emoción: Les enseña a identificarlas y reconocerlas “Veo que te has enfadado
porque…”, “entiendo que estés triste después de lo que ha pasado”.
- Conectar
y escuchar sus necesidades: Preguntarles qué necesitan de nosotros, contar una
experiencia propia parecida, ofrecerles nuestra ayuda.
- Acompañar
su emoción y no ignorarla. Agacharse a su altura, darle una caricia o un abrazo
y mostrarle que estás ahí.
- Enseñar
alternativas y recursos: Buscar herramientas que les ayuden a afrontar la
situación, por ejemplo, buscar formas de calmarse cuando aparece el enfado.
- Ser
su modelo.
¿Qué podemos conseguir diferente? Confianza en ellos mismos y en nosotros, poner nombre al miedo, a lo que les enfada o frustra, a lo que les
pone tristes, a lo que les avergüenza o a lo que les es desconocido, además de valores de vida positivos.
Espero que os ayuden estos tips para la gestión de las emociones de los más peques.
Cristina Garcés
Libros y cuentos para trabajar inteligencia emocional II
He actualizado mi lista de libros para trabajar inteligencia emocional y autoestima con los niños, por lo que os voy a recomendar mis últimas adquisiciones:
- Un problema, un cuento: son cuentos que trabajan con los niños aspectos como las rabietas, los celos, los hábitos de estudio, los miedos… y al final de cada cuento hay instrucciones para los padres.

- Así es la vida: un libro para trabajar la frustración con los niños, va poniendo diferentes ejemplos de situaciones que pueden ocurrirles, desde cosas como que no les compren lo que ellos quieren hasta la muerte de un ser querido.

- Mis emociones: juego y me conozco: un libro para trabajar emociones con niños más pequeños, a partir de 4 años, que tiene para pintar, poner pegatinas… es un libro más práctico.

- Actividades para el desarrollo de la inteligencia emocional: no solo trabaja la regulación emocional, sino también la autonomía emocional, las habilidades socio emocionales, la autoestima… son fichas con instrucciones para los padres para hacerlo con ellos. Las actividades están por edades.

- De mayor quiero ser feliz: son 6 cuentos para potenciar la positividad y autoestima de los niños.

Casi todos los libros los conseguí en amazon porque aún no están disponibles en librerías.
En el siguiente enlace tenéis más ideas de un post que publiqué hace un año Libros y cuentos para trabajar inteligencia emocional
La importancia de cuidarse para cuidar bien
Tanto en mi consulta de Psicología como en los talleres de Disciplina Positiva, pregunto a los padres «¿Qué hacéis para cuidaros?«, «¿Cuánto tiempo dedicáis para desconectar?», «¿Qué actividades hacéis para «recargar las pilas»?» Y de repente, veo sus caras asombradas como si les estuviera hablando en un idioma que no comprenden.
¿Por qué no dedicamos tiempo al autocuidado? Sí, ya sé lo que estaréis pensando, «el ajetreo del día a día no nos da para más». Es cierto que vamos corriendo a todos los sitios, e intentamos llegar a todo, las extraescolares de los niños, sus deberes, sus cumpleaños… y cuando nos vamos a dormir exhaustos, nos queda la sensación de no hacer otra cosa que no sea trabajar-casa-niños, y en ocasiones, esto genera frustración.
¿Qué ocurre cuando llenamos nuestra «jarra» de cosas que nos molestan o enfadan no solo con los niños, sino en general? Que nos desbordamos y en ocasiones «pagamos» nuestro enfado con quien quizá menos tenía la culpa en ese momento, los niños. Puede que lo que hiciera el niño no fuera tan importante, pero estábamos ya tan saturados, que explotamos.
A continuación os muestro una jarra a punto de desbordarse por cosas que nos molestan:

Por ello, si dedicamos un tiempo a la semana para nosotros, para cuidarnos, para desconectar, para liberarnos del día a día, nos ayudará a sentirnos mejor y enfocar la semana de otra forma.
Os puede ayudar hacer una lista de 5 cosas que os podrían ayudar a ello que hacéis o que os gustaría hacer, por ejemplo: leer, hacer ejercicio, café con los amigos/as, ir al cine, tiempo con la pareja, viajar… Algunas cosas como viajar, no las podremos hacer con la frecuencia que nos gustaría, pero sí otras como ir un día a la semana a yoga, ver una película con tu pareja cuando los niños se han dormido, leer… También podéis hablar de esto con vuestra pareja y poneros de acuerdo para que cada uno tenga su momento individual de autocuidado en la semana, así como tiempo en pareja, ya que cuando tenemos niños parece que nos olvidamos un poco de esta parte tan importante y necesaria tanto para nosotros como para ellos.
Dedicarse tiempo es quererse, cuidarse, es modelar a los niños la importancia de poder descansar y desconectar, porque si no nos cuidamos, difícilmente podremos cuidar bien.
¿Os animáis a cuidaros?
Un abrazo
Alejandra
Por fin ha llegado el verano y con él las vacaciones de los peques de la casa.
Ahora les llega el momento de descansar, disfrutar de la piscina, las vacaciones con los abuelos en el pueblo, las salidas «a la fresca» con los amigos, jugar en la calle…
Algunos padres me preguntan en la consulta, ¿Y ahora qué hacemos? ¿Qué hacemos con tanto tiempo libre que tienen? ¿Tienen que estudiar? Por lo que os voy a hacer una serie de recomendaciones que me parecen muy útiles.
Rutinas
Considero las rutinas tanto durante el curso escolar como en vacaciones fundamentales, ya que les ayuda a estructurarse y organizarse.
Las rutinas no deben de ser estrictas ni llevarse a cabo de forma rígida, no olvidemos que estamos en verano, pero sí llevar una estructura de levantarse, leer o hacer un poco de cálculo, realizar alguna tarea en casa (hacer la cama…), comidas, baño y tiempo de ocio.
En este artículo tenéis cómo establecer rutinas con ellos.
Responsabilidades
El verano es un buen momento para enseñar al niño responsabilidades, ya que todos estamos más relajados. Es importante que colabore en casa haciendo su cama, recogiendo su ropa, poniendo la mesa, o colaborando de forma más activa si son más mayores.

Repaso sí o no
La «gran pregunta» es ¿Tienen que estudiar en verano?
Considero que el verano está para descansar, es como si nosotros en nuestras vacaciones tuviéramos que repasar cosas del trabajo para que no se nos olvidaran. Es cierto que ellos tienen 2 meses y medio de vacaciones, por lo que recomiendo:
- Leer todos los días 10 minutos.
- Repasar matemáticas o hacer cálculo.
- Hacer dictados.
- Repasar inglés o francés.
¿Qué ocurre si han suspendido alguna asignatura? En ese caso, es conveniente repasar cada día 45 minutos aproximadamente para ir preparando la materia de cara al examen.
Eso sí, hay que dejarles descansar dos o tres semanas una vez han acabado el colegio sin estudiar, para que puedan desconectar.
Uso de tecnologías
Otro tema estrella de cara a las vacaciones de verano es el excesivo uso de tablet, móvil, tecnología… que hacen, por lo que opino que es importante establecer un horario para que ellos no pasen demasiado tiempo con ello, ni nosotros llegue un momento que consideremos que el uso que están realizando es excesivo, nos enfademos y lo retiremos.
Por ello, es importante establecer con antelación cuándo y cómo pueden utilizarlo. Para ello, es fundamental implicarles a en el acuerdo, para que sea justo para ambas partes, padres e hijos.
¿Cuánto tiempo es recomendable? Depende también de la edad, yo suelo decir una hora por la mañana y dos por la tarde, y englobo el móvil, la tablet y la consola.
No olvidemos que nosotros somos ejemplo y si estamos todo el tiempo utilizando el móvil o la tablet es un poco incongruente que les digamos que no pueden estar todo el tiempo utilizándolo.
Disfrutar
Disfrutar es la recomendación que más me gusta. En verano ya no hay tanto estrés porque no tenemos horarios tan estrictos. Es cierto que nosotros seguimos trabajando, pero el simple hecho de eliminar las prisas de la mañana con los peques, deberes y extraescolares, ya nos relaja, por lo que es el momento de dedicarle tiempo a tu hijo, disfrutar, ir a la piscina, leer juntos, cocinar… todas aquellas cosas que os encantan y que durante el curso, por falta de tiempo, no puedes hacer.
Espero que os sirvan estas recomendaciones y podáis enfocar mejor el verano con vuestros hijos.
Un abrazo
Alejandra
Cómo gestionar el enfado con nuestros niños
Todos nos enfadamos en mayor o menor medida y lo expresamos con mayor o menor intensidad, pero parece que los niños o adolescentes no deben “explotar” de enfado y son muchas las veces que decimos “no te enfades” o “tienes que calmarte”, pero nos olvidamos que ellos por sí solos no saben cómo hacerlo.
Los niños no saben cómo autorregularse ni qué pueden hacer para tranquilizarse cuando se enfadan, por ello debemos enseñarles estrategias que puedan ayudarles en esas situaciones.
Validando sentimientos
Lo primero que debemos hacer es validar sus sentimientos, es decir, señalar su emoción: “Veo que estás enfadado porque te has peleado con tu hermano” para ayudarle a reconocer e identificar su enfado y cómo se siente.
También puede ayudarle que nosotros verbalicemos cómo nos sentimos en diferentes situaciones para ayudarle a identificar las emociones en los demás.
Permite el enfado
Normalmente les decimos que no se enfaden o cosas como «los niños que se enfadan son feos», «es una tontería por lo que te has enfadado», pero con esto no les ayudamos, todo lo contrario, porque para ellos sí que es motivo de enfado y debemos respetarlo. Podemos decirles:
“Todos tenemos derecho a enfadarnos y tener nuestros sentimientos. Lo entiendo, yo también me enfado muchas veces”.
¿Qué puede hacer cuando se enfada?
Un aspecto muy importante es enseñarles herramientas que puede utilizar para calmarse cuando están enfadados. Os dejo algunas de ellas:
- Soluciones aceptables: “¿Te ayudaría golpear el cojín o la almohada? ¿Quieres gritarle al oso de peluche? ¿Te ayudaría dar saltos en el pasillo? ¿Quieres dibujar y expresar tu enfado?”
- Mostrar ayuda, «¿Hay algo que pueda hacer por ti?» «¿Te puedo ayudar de alguna forma?»
- Ofrecerle un abrazo, no hay nada más valioso para un niño que el poder de un abrazo. Si os dais cuenta he dicho «ofrecer», no «dar», porque hay veces que queremos abrazarles pero a ellos no les apetece o no están listos en ese momento, lo que puede provocar que su enfado aumente o que se pongan más nerviosos. Les podéis decir «Ana necesito un abrazo» (tú como mamá/papá lo necesitas no él), si responde que no, le vuelves a decir «Ana necesito un abrazo», si dice que no de nuevo le respondes «Yo voy a seguir necesitando un abrazo cuando estés listo/a me lo das». Esto no va a evitar la rabieta, pero puede reducir su duración así como tener un final reparador para el niño.
- Rueda de opciones, es una herramienta de Disciplina Positiva que se realiza con el niño y se piensan alternativas de cosas que le podrían ayudar a calmarse en momentos de enfado, las escribimos y se construye la rueda de las opciones en una cartulina, la cortamos en forma de círculo y lo dividimos en tantos quesitos como opciones tenemos. Después los niños escribirán o dibujarán sus opciones.

- El emocionómetro les ayuda a medir la intensidad de su enfado para detectarlo y ponerle valor. Dibujamos un termómetro y lo pintan, se ponen diferentes niveles como «explotando, muy enfadado, enfadado, nervioso, calmado» y les ponemos numeración, puede ser del 0 al 5, o del 0 al 10. Esto ayudará al niño a identificar su grado de enfado.
- El bote de la calma es un recurso que ayuda a los niños a calmarse.
En el siguiente enlace Libros sobre emociones, tenéis diversos materiales para trabajar emociones en casa.
Espero que os ayude en casa con vuestros peques.
Un abrazo
Alejandra