Evitar el sufrimiento nos aleja de la verdadera felicidad
Desde hace siglos, han existido diferentes enfoques sobre el sufrimiento y la búsqueda de la felicidad, encontrando la dualidad entre el enfoque hedónico y el enfoque eudaimónico. El primero, pone el énfasis en vivir una vida llena de experiencias placenteras. Por el contrario, el segundo se enfoca en que el placer pasa a un segundo plano y se prioriza el desarrollo personal y la realización como ser humano.
Hedonismo vs. Eudaimonia: dos formas de entender la felicidad
Decantarnos por un enfoque eudaimónico implica enfrentar dificultades para alcanzar nuestros objetivos y vivir alineados con nuestros valores. Ante el sufrimiento, la reacción habitual es intentar evitarlo, lo cual parece lógico, ya que nadie desea sufrir. Sin embargo, no todo sufrimiento es negativo.
¿Por qué evitamos el malestar?
A pesar de esto, la sociedad busca evitar cualquier tipo de malestar, lo que, paradójicamente, puede generar más sufrimiento en el futuro.
Aunque el malestar es una parte inevitable de la vida, solemos evitarlo buscando gratificación inmediata y sin complicaciones. Este enfoque nos lleva a ver el malestar como un obstáculo, impidiéndonos reflexionar sobre su posible beneficio a largo plazo o gestionar adecuadamente esa experiencia.
Los diferentes enfoques que han estudiado a lo largo de la historia el continuo sufrimiento-placer indican que el sufrimiento y el bienestar son inseparables, existiendo en la misma esfera; uno no puede existir sin el otro.
En el hedonismo a corto plazo o lo que también conocemos como baja tolerancia a la frustración se prioriza el placer inmediato a costa del estrés y el derrotismo a largo plazo.
Existen diferentes variables que influyen en una baja tolerancia a la frustración, que pueden ir desde factores genéticos y comportamentales hasta los métodos de crianza. Así, cuando este patrón se establece, una dificultad ¨menor¨ puede convertirse en un gran obstáculo a superar. Otro fenómeno que ha cobrado gran relevancia en los últimos tiempos, es la evitación experiencial.
El deseo de evitar el malestar rápidamente puede crear una relación entre sufrimiento y evitación inmediata, pero este patrón resulta contraproducente. Cuanto más se evite el sufrimiento, más se agrava el problema y más limitaciones surgen en la vida de la persona. Así, lo que parece ser una solución a corto plazo se convierte en un problema a largo plazo.
La evitación experiencial no es necesariamente patológica, pero se vuelve problemática cuando limita y afecta negativamente al funcionamiento normal de la vida de la persona. Es importante que cada individuo reflexione sobre cómo este comportamiento le afecta, si le permite vivir de acuerdo con sus principios y valores, y qué es más beneficioso a largo plazo, así como el momento adecuado para cambiarlo.
Evitar el sufrimiento… ¿nos aleja de la verdadera felicidad?
Vivimos en una sociedad donde se nos enseña a huir del dolor. ¿Pero y si en esa huida estamos perdiendo algo esencial?
Existen dos formas de entender la felicidad:
Hedonismo: buscar placer, evitar el malestar, vivir sin incomodidades.
Eudaimonia: crecer como personas, incluso cuando eso implica atravesar dificultades.
Y aunque evitar el sufrimiento parece lógico (¿quién quiere pasarla mal?), hacerlo constantemente puede traer justo lo contrario de lo que buscamos: más sufrimiento a largo plazo.
Cuando evitamos sentir, cuando buscamos solo gratificación inmediata, perdemos la oportunidad de desarrollar tolerancia, resiliencia y profundidad.
Esa incomodidad que tanto evitamos muchas veces es la puerta a nuestro verdadero bienestar.
El sufrimiento no siempre es negativo. Puede ser un maestro incómodo, pero sabio.
Pregúntate:
✨ ¿Estoy evitando sentir para protegerme… o me estoy limitando sin querer?
✨ ¿Estoy viviendo alineado con lo que valoro, aunque eso implique desafíos?
✨“¿Estás listo para dejar de evitar y empezar a vivir con autenticidad?”
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